Jesús Acha Blanco
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Parcela de 0,47 ha ubicada en Cárdenas (Alto Najerilla riojano), plantada en el año 1912 en marco real de 1,60 x 1,60 metros. Viñedo donde convive una mezcla de muchas variedades tanto blancas como tintas (aproximadamente mitad y mitad) en suelo arcillo ferroso con roca conglomerada.
Elaboración: Maceración de los racimos enteros durante 24 horas para conseguir mayor riqueza aromática y volumen en boca. Posterior maceración durante seis horas con las pieles y prensado. Desfangado estático por decantación y trasiego para eliminar las lías. La fermentación es espontánea con las levaduras autóctonas de la uva, a baja temperatura (entre 16 y 18 grados). En la parte final de la fermentación, el vino pasa a tinaja de barro y bocoy de roble francés.
Cata
Visual: Color amarillo dorado, de intensidad media-alta, fruto de su prolongada estancia en botella. Muy brillante y con vivaces reminiscencias verdosas que manifiestan su energía intrínseca.
Nariz: De intensidad aromática alta y una gran complejidad, resultado de la evolución del carácter de frescor del Alto Najerilla con el paso del tiempo. Se entrelaza una salinidad de fondo, presente en esas viñas viejas, con notas más dulces, amables y cremosas en la entrada. Los aromas más etéreos de manzanilla y flores blancas se integran a su vez con notas más profundas y oscuras de raíz, manifestando ese espíritu primaveral, pero con el sentido de arraigo a una zona de semejante tradición.
Boca: Destacan su enorme untuosidad y el carácter amable de entrada, con la gran longitud que confiere ese frescor intrínseco. Sorprende su textura y las sensaciones táctiles tan intensas y amables, armonizadas por la combinación durante la crianza entre ánfora y bocoy, que entrelazan la mineralidad de la arcilla con la nobleza del roble. Reúne la esencia que atesora el viñedo viejo, con una complejidad extrema, pero a su vez, con un profundo equilibrio. Sus sensaciones en boca no acaban, siempre conducidas por esa acidez que le confiere un carácter que refleja eternidad.