Porque cada padre merece una copa que hable su idioma (y brinde a su manera).
Hay padres que huelen a discos de vinilo, otros que cambian más de destino en un año que tú de estado de ánimo en un lunes. Algunos entienden de maridajes como un chef Michelin y otros aún recuerdan con detalle su primer brindis con vermut en vaso de tubo. Y es que, aunque el título de «padre» sea universal, los estilos de papá no tienen nada que ver unos con otros.
Por eso, en Atocha Vallecas hemos decidido, después de un buen brainstorming, darle un giro de 180º a este Día del Padre. Nos olvidamos de la corbata de siempre y del «gracias por estar ahí». Este año vamos a regalarle un vino que le haga sentir que lo conocemos de verdad, que hable su idioma, que conecte con su esencia. Así que, sin más introducción (que nos pilla el toro), aquí te dejamos cinco tipos de padres y el vino que mejor va con cada uno. ¿Reconoces entre ellos al tuyo?
¡Mi padre es un clásico!
Carramimbre Crianza (D.O. Ribera del Duero)
El arte de lo bien hecho. El padre que lleva la tradición con orgullo y la elegancia como bandera.
Tu padre sigue confiando en su reloj de toda la vida, no necesita filtros en las fotos, y el periódico siempre es en papel (con las esquinas bien dobladas, como se debe). Es el padre que te enseñó a no discutir de fútbol y política en la mesa, y que siempre sabe cuál es el mejor vino para acompañar el asado del domingo.
Carramimbre Crianza es su copa perfecta. Un vino elegante, estructurado, con 12 meses en barrica de roble francés y americano. Como él, es un clásico que nunca falla. Tiene cuerpo, pero sin estridencias; es serio, pero cálido. Un Ribera del Duero que encarna la tradición sin perder frescura. ¿Por qué le va bien? Porque a este padre le gusta lo auténtico, lo que nunca decepciona. Un vino que ha sido cuidado con paciencia y respeto por el oficio, como los valores que él te enseñó. Marídalo con un buen lechazo, conversación pausada y la radio sonando de fondo.
A este padre le va la marcha.
Bermejo Listán Negro Maceración Carbónica (D.O. Lanzarote)
El padre que colecciona aventuras, no objetos.
Tu padre ha probado el surf, el paracaidismo, la cocina tailandesa (auténtica, picante de la que quema) y, en su playlist, hay desde flamenco experimental hasta rock progresivo islandés. No sabe lo que es una zona de confort porque nunca ha estado allí.
Este vino, Bermejo Listán Negro Maceración Carbónica, es tan único como él. Nace en los suelos volcánicos de Lanzarote, donde la vid lucha contra la lava y el viento para darte un vino fresco, atrevido y lleno de carácter. La maceración carbónica le aporta un perfil juvenil, vibrante, cargado de fruta roja explosiva y toques minerales. Un vino que no sigue las normas. ¿Por qué le va bien? Porque es un vino con historia, con paisaje y con alma rebelde. Y porque a tu padre le va la emoción de probar algo que no conoce nadie (todavía). Marídalo con sushi de atún picante, tacos callejeros o una charla sobre el próximo viaje que ya está planeando.
Papá se hace notar
Peñafiel Edición Limitada (D.O. Ribera del Duero)
El padre que sabe. Y le gusta que se note (pero sin alardes).
Tiene un gusto exquisito y un radar especial para lo bueno. Siempre lleva zapatos impolutos, huele a perfume caro (que no es mainstream) y sabe perfectamente cómo se sirve el vino (nada de llenar la copa hasta el borde, por favor). Es el que pide el mejor corte de carne en el restaurante y el que elige el aceite de oliva «de cosecha temprana».
Para él, el Peñafiel Edición Limitada es un acierto seguro. Un Ribera del Duero de producción exclusiva, con 18 meses en barrica de roble francés, donde cada botella cuenta una historia de mimo, selección y excelencia. En boca es complejo, sedoso, con notas de fruta negra, especias y un final que se alarga como una buena sobremesa. ¿Por qué le va bien? Porque valora los detalles. Porque no le vale cualquier vino: necesita uno que esté a la altura de su paladar exigente y que se sienta tan especial como él. Marídalo con un solomillo de Wagyu, quesos curados de autor o simplemente con su copa favorita, mientras escucha jazz en vinilo.
Mi padre es suspiros y nostalgia
Francesc Ricart Brut Nature (D.O. Cava)
El padre que dice que “cualquier tiempo pasado fue mejor”… mientras brinda por el presente.
Es de los que conservan las entradas de los conciertos y las fotos en papel, y todavía te habla de aquel Seat 600 que conducía tu abuelo como si fuera un Tesla. La nostalgia lo acompaña, pero de la buena: la que sabe disfrutar del presente recordando el pasado con cariño. Para él, un Francesc Ricart Brut Nature es la elección perfecta. Un cava elegante, fresco, directo, que invita a brindar sin complicaciones, como se hacía antes: con ganas y sin postureo. Las burbujas son finas, persistentes, y en boca es seco, refrescante y vibrante. Como esos brindis de los domingos en familia que nunca pasan de moda.
¿Por qué le va bien? Porque es un cava que no necesita adornos. Directo, sincero y con la esencia de lo auténtico. Perfecto para los padres que disfrutan de los clásicos de siempre. Marídalo con una tortilla de patatas casera, un buen jamón y fotos antiguas que vuelven a la mesa una y otra vez.
Long live Rock and Roll!
Malvid Roble (D.O. Toro)
El padre que aún sueña con montar una banda y tocar en un garaje (aunque ahora prefiera ensayar en el salón).
En su armario hay camisetas de AC/DC, aunque trabaje con traje. A sus hijos les enseñó antes a tocar acordes que a montar en bici. Y aunque los años pasan, sigue escuchando Led Zeppelin como si fuera la primera vez. Es un padre intenso, con carácter, con un punto rebelde que se le nota incluso en la forma de brindar.
Para él, el Malvid Roble es la guitarra eléctrica hecha vino. Un tinto de Toro con 6 meses en barrica, potente, con fuerza, pero afinado. En nariz, fruta madura, un toque de regaliz y un fondo especiado que promete emociones fuertes. En boca es carnoso, con taninos marcados, ideal para quienes no le temen a los vinos intensos. ¿Por qué le va bien? Porque es un vino que entra con fuerza y se queda contigo. Como una canción que no puedes dejar de escuchar a todo volumen. Marídalo con una buena hamburguesa casera, costillas a la barbacoa o un plato de pasta con salsa picante, mientras suena un buen solo de guitarra de fondo.
El vino no es solo una bebida. Es un lenguaje. Un gesto. Un guiño. Un mensaje que dice: “Te conozco. Sé lo que te gusta. Este eres tú en una botella”. Así que este Día del Padre, no regales solo una botella bonita. Regala una experiencia, un momento, una historia.